Escrituras
mortales y metafísicas
Todo
lo que he escrito
aborda
el mismo problema:
la existencia.
Es una gran complicación
porque hablar
sobre -o desde, ante, con, para, por, según-
la existencia, es hablar sobre la vida
y la muerte,
los objetivos, los sentidos
su duración
la presencia
aquí o allá
y así
la ausencia y la memoria
o el olvido,
y quienes nos acompañan o no
en este tránsito,
y lo que amamos,
entonces el amor,
el odio, y, ¿es bueno? ¿es malo?
lo bueno, lo malo, lo humano,
lo divino, lo feo, lo bello,
la sensibilidad
y la falta de ella,
lo que es, lo que no es,
lo que tuvimos
lo que hemos perdido,
el tiempo,
el dolor
y si es justo
sufrir, padecer
participar, aceptar
el juego de existir
y sus condiciones
o retirarse
y si es lícito
según
las reglas que desconocemos
y el daño
que causamos con esa acción
u otra.
Afectamos
al respirar
y al dejar de respirar, al creer
y al dejar de creer ¿y si la existencia
es solo
una actividad mental
pasajera, ilusoria
que se representa
a sí misma
una y otra vez
dándose a luz
infinitamente
(pero siempre en número impar)
como la Matrioska
desde un útero
o un gran agujero negro?
Luego
pienso y no existo
pero
escribo
escribo sobre la no existencia
la no realidad
el no lugar,
la Tierra es un no lugar y estoy de pie
sobre el no lugar delatado por
Augé y dudo
de lo que antes fue, y para qué,
la Mente
es como una gallina clueca
siempre empollando y cacareando
poniendo huevos que ruedan
por los acantilados
del no lugar.
La
Mente me acosa
se expande por aquí y allá
buscando
el maíz y el trigo
y se los doy,
acaricio sus plumas,
la observo,
confío
en que pronto
recogeré
un huevo de oro.
Me
despertaré temprano
antes
que la Muerte incluso
y diré:
he aquí al fin
la divina alquimia.
Y ya
no tendrá
importancia
saber
qué fue primero
si el huevo
o la gallina.
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