Signos
Hay
quien besa con los ojos abiertos,
quien
respira después de pensar,
quien
sube las escaleras y cuenta
de
dos en dos los peldaños impares.
Del
mismo modo, hay días
esdrújulos
y sin tilde
que
ignoran toda regla de acentuación;
días
en que el agua es ajena a la sed;
días
engendrados en madrugadas premonitorias
de
insomnios inútiles y sin lámparas.
Amaneceres
en que el cielo
es
una hoja dubitativa
y
las nubes, signos movedizos,
dotados
de enigmática elocuencia
anterior
a la soberbia
del
calígrafo y las palabras.
De: “Un sobre sin abrir”
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