viernes, 7 de noviembre de 2025

ANDRÉS ARANGO

 

  

Papá siempre quiso un hijo con manos pesadas
para que remover la tierra fuera un oficio menos solitario
y enseñarle que los hombres cargan todo lo que se van a comer

Un hijo que domesticara el viento dando puñetazos al aire
sometiera las bestias con el crujir de sus dedos
usara con precisión médica el martillo y la segueta
que tocara la guitarra y golpeara la mesa en reuniones familiares

Un hijo con manos firmes para hacer cortes definitivos
para contener el aleteo agónico de un ave
que se desangra colgada de los pies

Un hijo que reconociera la importancia del sacrificio
y encendiera la voz como una hoguera

Un hijo que no tuviera mis manos
que evitan empuñarse y aterrizan como palomas
sobre la mejilla de otro hombre
Mis manos
que tejen redes invisibles con paciencia arácnida
y atraviesan los laberintos de la noche manchadas de tinta

Papá siempre quiso un hijo que no tuviera mis manos
que soportan el peso del mundo
garabateado en una hoja de papel.

 

 

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