viernes, 9 de marzo de 2012

ÁNGELA MONTERO




Arena desértica


Caigo desamparada
en la arena desértica
la tarde golpea
ráfagas de vidriosas
partículas.
Los ojos llenos de lágrimas
y arena,
aún de rodillas
guardo el grito,
las ansias
la pena.

Todo se sumió
en silencio,
sólo el látigo de viento
en las orejas,
golpea
golpea
tantas veces
como el miedo.

Sí, porque en el silencio
de la noche
la espera es eterna,
se consume la agresividad
se acerca la muerte,
esa muerte,
esa muerte
que nunca llega a tiempo,
tendida pariendo el dolor
rasguñando la esperanza
quieren llevárselo todo.

El cuerpo aún tibio
espera el próximo silencio
escucho a los otros
no estoy sola en este reducto.
Aprieto los puños
para mostrar el grito
y dejar caer la caricia
de ese extraño momento de paz.

Luego vuelve la mano invisible
triturando con ánimo, con éxito
para dejar mi cuerpo tendido
en un sordo gemido.


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