miércoles, 16 de mayo de 2012

CARLOS ÓRDENES





Aquella enmohecida luna...




Vuelve aquella enmohecida luna
que oculté bajo la almohada,
niño-cielo
montado en asombros.

Una puerta cerrada
me deshace los ojos. Un perro
se detiene
a lamer los talones de la noche.

Me encuentro en extraña selva y
escucho, comprendo:
la tierra es una sola guitarra
repleta de luciérnagas...


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