jueves, 31 de mayo de 2012

CECILIA VILLEGAS





Naufragio



Cada tarde
sentada a la orilla del mar del olvido
pensé en darte mi vida entera.

La vida se me quiso ir
como la espuma del mar entre mis dedos
y cuando zarpó tu barca
hacia el mar infinito
te observé de lejos en el horizonte
y mi alma naufragó en los recuerdos.

Y cuando cae la tarde
y llega la noche
aún te veo a lo lejos
y la estrella que me regala su luz
me muestra tu sonrisa
más allá del horizonte.

Y me duermo callada
bajo el cielo azabache,
cansada de estar siempre
recostada en la arena.

Y el mar me inunda toda,
un mar triste y sombrío
que me llena de bruma.
y despierto aturdida
por todos los recuerdos
y observo más allá
del horizonte infinito
que un barco de desdicha
se mezcla en nuestro mar.

Y se hunde mi vida,
y se empapan mis sueños de agua salada
volviendo nada la sonrisa
que tuve un día.

Y llega la tarde nuevamente
y vuelvo a pensar en ti
esperando quizás
que el barco que te acompaña
llegue a naufragar algún día
en el mar del olvido.
tal vez así
llegará el día.

Algún día
yo estaré sentada
a la orilla del mar de la esperanza
y tú decidirás volver
y llegarás ansioso
al puerto de mi vida
y anclarás tu barca
en el corazón marchito
que se consumió entre agua salada.

¡Date prisa amado!
todo acaba,
mi puerto se derrumba,
mi corazón se seca,
mi vida se marchita,
lentamente cae todo
en un mar de ilusiones muertas.

¡Pronto amado, pronto!
tú también te marchitas,
y se seca tu barca,
se seca tu alma, se seca tu vida.

¡Te mueres amado, te mueres!
mi puerto ya no te espera


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