martes, 25 de diciembre de 2012

MARCO ANTONIO FLORES







Melodia de arrabal




Cómo no voy a sentir que el pecho se me parte
cuando oigo a Gardel cantarle al barrio
si yo nací en el barrio del Gallito.
Si yo jugué con polvo de sus calles,
y fui pirata entre sus lodazales,
y cada esquina me sirvió de línea Maginot,
y sus piedras eran balas treinta treinta,
y mi pandilla era el Ejército Rojo de la cuadra
(los pandilleros éramos Anzueto y yo
y mis hermanos, que no alzaban un palmo de la tierra).
Si ahí perdí a mi padre, y lo seguí
y me colgué del bomper de su carro, y
me arrastró;
si ahí me atropelló un carruaje cuando
tuve cinco años y sus caballos me hundieron
sus cascos en las piernas;
si ahí conocí el llanto seco, duro, constante
de mi madre;
si ahí me iba a juzgar, detrás de un cerco de izotales
al loco de mi barrio, que usaba muñequeras de cuero,
y cantaba tangos todo el día
echado en una hamaca, y en la noche
salía a cotorrear a las patojas;
si ahí aprendí a cantar esos tangos
que ahora canta ese loco de Gardel.


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