lunes, 13 de mayo de 2013

ALFREDO ROBERT






Espejo roto…



                           roto.
           Sucio, embarrado.
En la ciudad reflejas rascacielos.
En el campo, las copas
                     de los pinos.

Trazo de cielo aprisionado.
Mudo recuerdo de la lluvia.
            Ondular de gotas
            y de infantiles guijarros
           bombarderos.

Nocturno estuario sentenciado.
Encierras una luna
               que se desvanece
al paso de animales y borrachos.

Charco que evaden mis zapatos
            dándote la vuelta.
Charco que anhela encontrar
            el forastero
a la entrada de la aldea.

Antes que el chasquido
de una rueda
                    te reduzca,
o el sol aniquile tu corta existencia
                    sin memoria,
            charco…
Me detengo para ver
lo que abarcan tus orillas
           y tu óptica manía,
          de ponerlo todo de cabeza.


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