Larisa
en el alba de mis sueños
Yo
conocí en ti el prodigio
del
amor que incendia la sangre.
Y
supe del deleite contenido
en
el pétalo sonrosado de tu carne.
En
tu pasión, Larisa, se condensó el goce
espiritual
del alba de los sueños.
Vivimos
la realidad sensual y ardiente
del
renovado edén de los luceros.
Yo
canté el pavor huracanado
de
los antros nocturnos;
y
ahora cantaré con unción sagrada
el
amor que embriaga el corazón
y
grita insaciado en rosas renovadas.
Los
enervantes efluvios de los goces supremos
en
triunfales hechizos en ti se agitan;
transfigurada
en el fruto prohibido
haces
fruitivo mi destino de cenizas.
Ebria
deidad de pasiones sonorosas,
espejo
de mis ímpetus indomados.
Palpo
en el alba, en el día y en la noche
la
llameante sensualidad de tu vida.
Mi
soberbia de águila de candela
fue
por la paloma conquistada.
Larisa…
Vivirás en el alba de mis sueños,
en
mis anhelos y en mi soledad frutecida.
Yo
vi en tus ojos glaucos el incendio
del
velamen tormentoso de mi vida.
Cuando
en el verde espacio de las hojas
asoman
las constelaciones del rocío,
siento
una nostalgia honda y conmovida,
y
es, Larisa, la de no haber visto
mi
sangre insaciada y procelosa
florecida
en tu carne sonrosada.
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