sábado, 8 de junio de 2013

ELÍAS MEJÍA




Quiso aprender a besar



Quiso aprender a besar
de todas las maneras
que los demás amantes
besaron a su amado.

Hubo besos
como tormentas de lava.

Hubo besos
como riachuelos de baba.

Hubo besos
como eco de las voces
que mil kilómetros abajo
hablaban de sexo.

Hubo besos
como tímidos vientecillos
primaverales.

Hubo besos
como delicadas sanguijuelas
que no lograron hacer traspasar
la piel por la sangre.

Hubo besos
que dejaron marcas
de trampas para oso
en los labios.

Hubo besos
como entrechocar de pedernales
en lo oscuro de una caverna.

Hubo besos
salados con la sal fabulosa
que deja en la playa
el mar de las tristezas.

Hubo besos
lacerantes como lanzas
o púas animales.

Pero,
al final, comprendió
que era imposible agotar la variedad,
porque ni él, ni ella,
supieron descifrar el beso de víbora
que minutos antes
habían sembrado
en su corazón.


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