martes, 2 de julio de 2013

ANTONIO ALFECA



  
Nada.



Un sutil sorbo de briznas amarillas
creando el cálido clamor del cabello
-¿ilusión del volar, o su memoria?-

Tan inextenso lo oscuro que necesitó pupila
proyectado en presentidas aves.

Rozando la sombra de la respuesta.
La hierba hollada del resquemor por lo vivir
en el rumbo de la sangre presentida,
en el sentido madreazulado.

Paren la piedra círculos concéntricos.

El eco y el gesto buscando
su vez incorporada y táctil;
brazos prestado de los cauces
perdidos en sed no abarrotada;
la ausencia incesante de los frutos
viviendo laberinto o reptil vientre;
y vibrante, el aire heraldo
delata la pielrecuerdo,
presencia de revés recostada,
Adán.


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