Pabellón
Vida
del agua, tu mirada
me detiene para siempre
en este umbral.
No he de volver ya sobre mis pasos.
me detiene para siempre
en este umbral.
No he de volver ya sobre mis pasos.
Las
puertas que entreabres
devuelven a nuestros ojos el esplendor perdido.
Ramas como de plata
–árbol de los deseos–
brillando arriba.
Esplendor bajo sus celosías,
luces danzando
sobre las esteras de hierba fresca.
Esplendor en el estanque de lotos.
Así en tu pecho,
fuente de néctar
donde hundo mi frente a la mañana.
devuelven a nuestros ojos el esplendor perdido.
Ramas como de plata
–árbol de los deseos–
brillando arriba.
Esplendor bajo sus celosías,
luces danzando
sobre las esteras de hierba fresca.
Esplendor en el estanque de lotos.
Así en tu pecho,
fuente de néctar
donde hundo mi frente a la mañana.
Ciegos
de luz bajo la sombra
contemplamos Aquello
sin forma ni figura,
invocamos a Aquello sin nombre.
contemplamos Aquello
sin forma ni figura,
invocamos a Aquello sin nombre.
El
sol se pierde tras los árboles.
Rayos oblicuos pasan entre las hojas,
llegan hasta la orilla del estanque,
danzan, danzan
sobre el agua.
Rayos oblicuos pasan entre las hojas,
llegan hasta la orilla del estanque,
danzan, danzan
sobre el agua.
Claridad
absorta en sí misma,
el brillo en tu mirada.
Y en esa luz
se cumple todo impulso.
el brillo en tu mirada.
Y en esa luz
se cumple todo impulso.
Hemos
estado desde siempre
bajo estos pabellones,
y la tersura de la hoja del baniano
habita nuestro tacto.
bajo estos pabellones,
y la tersura de la hoja del baniano
habita nuestro tacto.
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