Para
tocar tus hombros
Para tocar tus hombros
había que pisar sobre el silencio.
había que pisar sobre el silencio.
El día resbalaba
su luz por tu cintura.
su luz por tu cintura.
Las horas de la tarde
crecían en el poniente.
crecían en el poniente.
Los múltiples pañuelos del otoño
pregonaban su llanto
y en el aire
maduraba tu cuerpo.
pregonaban su llanto
y en el aire
maduraba tu cuerpo.
Iban los remolinos por las calles,
las tolvaneras ágiles corrían
y los jardines públicos
eran salones desolados
donde bailaban los amantes.
las tolvaneras ágiles corrían
y los jardines públicos
eran salones desolados
donde bailaban los amantes.
Para tocar tus hombros
había que pisar sobre el silencio
para que no empañara nada tu silueta.
había que pisar sobre el silencio
para que no empañara nada tu silueta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario