Pasión
Unos
besan las sienes, otros besan las manos,
otros
besan los ojos, otros besan la boca.
Pero
de aquél a éste la diferencia es poca.
No
son dioses, ¿qué quieres?, son apenas humanos.
Pero,
encontrar un día el espíritu sumo,
la
condición divina en el pecho de un fuerte,
el
hombre en cuya llama quisieras deshacerte
¡como
al golpe de viento las columnas de humo!
La
mano que al posarse, grave, sobre tu espalda,
haga
noble tu pecho, generosa tu falda,
y
más hondos los surcos creadores de tus sesos.
¡Y
la mirada grande, que mientras te ilumine
te
encienda al rojoblanco, y te arda, y te calcine
hasta
el seco ramaje de los pálidos huesos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario