XXIII
Casi
que nunca amanece. Como equívoco cierto
nada se desprende de hoy.
Cambiemos noche por diluvio y dejemos el exceso
de lo humano sobre el manifiesto de su luz.
nada se desprende de hoy.
Cambiemos noche por diluvio y dejemos el exceso
de lo humano sobre el manifiesto de su luz.
(Le
sugiero a tu imbecilidad el instante de un relámpago
el intersticio de su voz).
el intersticio de su voz).
A
veces, un mínimo detalle
suele sanar toda intemperie del mundo.
suele sanar toda intemperie del mundo.
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