viernes, 1 de noviembre de 2013

DULCE MARÍA LOYNAZ





Cementerio de barcos


Echaron –no sé quién y no sé cuándo–
El ancla al mar en esta orilla incierta.

Soy un barco inmóvil,
y por tanto tiempo lo he sido
que he perdido
la memoria de rutas y de puertos,
la memoria de que una vez hendía el horizonte.

Ahora estoy aquí, quieto,
en un lugar desconocido,
sin otra compañía que otros barcos
inmóviles también o poco hundidos
en el agua aceitosa.

Padezco ya la lepra de los escaramujos,
la nostalgia del mar que era mi patria,
y hasta de lo que apenas conocí,
la tierra.

Se fueron ya los que por dentro
de mí, movíanse conmigo.

Estoy vacío, soy un barco muerto
o sólo vivo en esta dura,
pesada ancla que me amarra.

al légamo del fondo todavía.



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