lunes, 25 de noviembre de 2013

NORBERTO CODINA




Como escribiera el clásico…



La historia
no es más que la entonación diversa
de algunas metáforas.
¿O es la rebeldía contra el déspota
que administra la absolución?
La rebeldía contra
los que tienen el lujo y la soberbia de las respuestas.
Tomamos partido por el bando de los tísicos,
los surrealistas, Belcebú,
la quebradura del tiempo.
La división natural entre el que responde
y el que interroga
ese deslinde que se interpone
como animal mutante
entre el espacio del discovery y la tierra brumosa
reptando hasta lo desconocido
como el junquillo en la hoguera.
Incómodo, insurrecto, tonto, maniático de Rimbaud
y Pessoa
por el sagrado desorden del espíritu.
En esa paráfrasis que se descompone
donde lo prohibido es lo divino.
La palabra
diamante en la lengua
se convierte en universo, Biblia, Corán, Caja
de Pandora, intervención poética
resquicios y puentes, laberintos,
socorrido desarraigo del silencio y la diáspora.
Y la historia es, como la poesía,
ante todo incertidumbre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario