martes, 14 de enero de 2014

EDUARDO QUINTANA




Frontera



Y había una frontera que
no me dejaba salir, no era la bella
Argentina, tampoco el colorido Brasil.
Era un límite que no me dejaba respirar,
que incluso afixiaba a mi sombra
y no me permitía volar.

Aquella frontera no parecía de concreto,
sino más pesada, era un triste espectáculo
como las luciérnagas sin luces.

Aquella frontera que me negaba crecer
no fue un río inmenso, ni una montaña
de papel, esa frontera se llamaba
ignorancia, fue el país más chico
con que la humanidad luchó.


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