Poblado de tu savia
A
veces en silencio
te
nombro con la urgencia
de
mi desesperanza.
Mi
ropa son mis ansias
y
están atadas a mi piel,
con
esa falta de todo lo que llenas.
Respiro
en tus papeles,
al
borde de tu cama,
cual
desnudo invisible que
la
sombra acompaña.
Hoy
sientes en la tarde
que
espejos transparentes
te
devuelven mi cara.
Mis
pupilas cansadas
mecidas
en tus manos
te
muerden cada dedo,
vedados
como abismos
de
frutos prohibidos.
Cierro
la puerta, grito,
llamando
ese rincón
poblado
de tu savia.
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