domingo, 19 de enero de 2014

NILA LÓPEZ




Nacer
sin ningún dato



VII

Ladra un perro.
Los gatos gimen. El árbol se endereza.
Una niña se viste las medias de seda
y este infinito sopor
golpea el piso cuando hace frío frío frío
y las sonrisas se cuajan
debajo de las puertas.
Tantos secretos por parir,
Señor, apabullantes.
Me duele contenerlos.

Susurros, plegarias, diente en lágrimas,
qué más da si me ha dejado el taxi
en esta esquina de transeúntes desvelados.
Crezco en la sorpresa
de no reconocer el aroma del alba.
Y amarillea el viento,
me tocan,
me habla una mujer desconocida
y mi ojo helado,
mi boca muda le abraza,
invasora a destiempo.

Pueden repartir la torta:
la comerán los que conocen su sabor.
Después de entrever las diferencias,
un grillo me golpea el cráneo,
aquí donde se abultan los recuerdos
y las palabras llaman a la prisa
por respirar tierra,
aire, pureza de desierto.



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