jueves, 22 de mayo de 2014

FRANCISCO DE ASÍS FERNÁNDEZ


 

 

Memorial de la vida

 

 

Cuantas me amaron, ganaron.

Porque vieron el mundo con mis ojos.

Tocaron con su piel y besaron las impurezas

de un infierno terrenal de delicias.

Vieron la noche como una madrugada

y el fuego se escurrió como el hielo dentro de su boca. -,.

Se perdieron conmigo en el mundo

pero salvaron los desperdicios del alma.

La luz resplandeciente del amor

puso orden en el caos de sus vidas,

amaron las estrellas y no le temieron a la noche.

La mujer sobre su hombre en la noche

es inseparable como un gusano en un cadáver fétido

y piensa que las estrellas

son paredes del palacio del cielo,

y tímidas y ágiles como las cabras

trepan sobre su hombre

buscando el secreto de la inmortalidad,

y ven a través de la corteza de las cosas materiales,

y los asuntos del amor

los escriben con una caligrafía presuntuosa.

Con todas ellas actué el papel estelar de mi propia vida.

Ahora, persistente y turbio, espío la vida que viví.

Si me regresara sobre mis pasos

sobre el balcón de la naturaleza,

si la duda humana no se hubiera metido

en lo sobrenatural del pensamiento,

con un solo beso que me devolvieran sanaría mi alma;

un beso áspero de un amor con herrumbre.

 

Granada, 12 de octubre de 2001

 

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