martes, 27 de enero de 2015

ENRIQUE LARRETA


 

Mi Grecia

 

Así, con esos ojos, esos ojos dormidos
y abiertos en el sueño vagabundo y el gesto
que han dejado en tu boca la muerte y el incesto
y el nocturno acechar de pasos presentidos.

Con esos como sierpes cabellos embebidos
en el sudor y el llanto del rostro descompuesto,
y ese ronco tambor salvaje y el funesto
presagio de tus perros que alargan sus aullidos.

Vértigo de los himnos. Órfica, predilecta
belleza, ni armoniosa, ni pura, ni perfecta.
¡Oh! sacro mal, divina fiebre con que el escoplo

remojaba las túnicas, ¡oh! sombra, tú resumes
la verídica Grecia, tú agregas en tu soplo,
al olor de la sangre, frenéticos perfumes.

 

 

 

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