martes, 6 de enero de 2015

ENRIQUE LARRETA

 

Ávila

Un alma con el claustro desposada,
que aún oye al despertar clarín de almenas.
Orgullo de estandartes y serenas
beatitudes se enredan en la almohada.

Ya la vida repica su llamada
y en las sombras del ser vislumbres llenas
de impaciente ambición son otras venas
de postigos, en alba ensangrentada.

Pone fray Juan sus plantas en el suelo.
A pie descalzo y lumbre de candela
dice un nuevo cantar y, milagrosas,

se levantan en fuga paralela
santas paredes, torres poderosas.
Y es la ciudad en él piedra que vuela.


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