sábado, 16 de mayo de 2015

ELIZABETH BISHOP

 

Quai d'Orleans
                                                             A Margaret Miller

Cada barcaza por el río remolca sin esfuerzo una poderosa
    estela,
inmensa hoja de roble de grises destellos sobre un gris más
    opaco;
y detrás de ella flotan hojas verdaderas, descienden hacia el
    mar.

Venas de azogue en las gigantes hojas, ondulaciones
    avanzan
hacia el lado del muelle, se extinguen contra sus murallas,
suaves, como a su fin van las estrellas fugaces en algún
    punto del cielo.

Y tropeles de hojas pequeñas, de hojas reales las persiguen
    a la deriva
hasta perderse, humildes en el vestíbulo disolvente del mar.
De pie, inmovilizados como rocas miramos las hojas y las
    ondas
mientras la luz sostiene con las nerviosas aguas una
    entrevista.

“Si lo que vemos pudiera olvidarnos la mitad de lo que a sí
    mismo se olvida
—quiero decirte— pero no podremos librarnos
en toda la vida del fósil de las hojas.

 

 

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