sábado, 24 de octubre de 2015

LUIS ENRIQUE BELMONTE



  
V



Arrimar la mirada hacia estos lados,
hacia esta orilla incierta.
Cambiar de pelambre, robarle secretos al día en fuga,
remojar dolores lejanos en cloroformo.
No hay casa ni árbol que te sostenga, sólo polvillo,
polvillo que suelta el rufián contrabandista
cuando huye en medio de la oscuridad
con canarios y santos petrificados en su alforja.
Y es que siempre se vuelve a tantear
los instantes rebosantes de elegías como elogios
por lo que tanto sufre, por lo que se queja en otra parte,
por el grito y su bachaco subterráneo.
Arrimar la mirada sin barca hacia este naufragio de la orilla,
hacia este nuevo mundo clavado en el pecho, con la señal,
la boba señal que anuncia que es aquí, aquí la pólvora,
aquí la Poesía y sus secuaces,
y el Bufón sobre el tinglado
haciendo del extravío una pirueta
mientras se escuchan las palmas.




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