viernes, 22 de enero de 2016

ALEJANDRO PALIZADA



  
Anagrafía



a.
cada grafía es una maleta más
para desaparecer

n.
Entre todos y nadie, entre los antónimos perfectos.
Entre todos y nadie, los anónimos perfectos.

a.
El silencio se contrae y extiende al escribir,
y la escritura tiene siempre algo de desarraigo,
de sol que pasa mientras un velorio se lleva a cabo.
El silencio agita el polvo de lo infraordinario,
el cielo es un vacío donde brillan cuerpos que le son ajenos,
la noche existe iluminada,
los ojos son pura derrota de lo que el cuerpo no alcanza.

n.
No voy a dejar que mi cuerpo se acuerde de mí,
ni acostado ni recostado; ni verbo ni fuego, no quiero una sola letra sobre mí.

a.
Lo imaginario y lo que simula la consistencia del recuerdo
no se resigna a ser sólo deseo.

n.
No hay nada, y la escritura arde: esta saliva que dice y desdice:
la genealogía de instantes que están siendo: ligero latido de posibilidades perdidas.
Este fuego no dará cenizas.
  
a.
Lo propio es aquello que no puede nombrarse:
la brisa sentida, la herida, la pena, la expiación elegida, el vaivén de nuestras esperanzas, la furia, el deseo…
Lo propio es la huída
el abandono fértil.
  
m.
No ha de renegar mi conciencia contra mi pecho:
esta necedad la he aprendido de mis muertos.








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