viernes, 22 de enero de 2016

FERNANDO VALVERDE




El viejo estadio



Ya no crece la hierba entre tus párpados,
han levantado plazas y bloques de hormigón
que humillan la ciudad de los vencidos.

Cuando vuelvo al pasado
puedo rozar tu sombra y el rostro de aquel niño
que de mayor sería periodista.

Al cumplirse los sueños
queda una sensación vacía e incompleta,
el tiempo detenido y el vértigo al futuro.

Qué lejanas resultan aquellas ilusiones
y sin embargo
qué cerca queda ahora mi temor favorito.

Cada vez cuenta menos el final,
es lo más previsible,
una apuesta segura sin valor,
un empate que deja insatisfecho.

Las semanas, que pasan como insectos
que amenazan la piel,
desembocaban siempre
en la emoción sincera de la incertidumbre.

Con los años, he preferido amar
las cosas predecibles
para evitar el miedo y el dolor.

Tal vez parezca una renuncia,
pero empiezo a pensar que el tiempo detenido
es mejor que el futuro.




No hay comentarios:

Publicar un comentario