sábado, 14 de mayo de 2016

ANDRÉS FLORIT



  
Litio



Es inútil esperar que el lobo de un libro te muerda
pero morder el libro no es tan descabellado:
después de la canción que me gusta apago la radio
y camino hasta que me canso.
¿Qué otra cosa puedo hacer?
Si lo demás se bifurca y los gritos
son el abismo que nos une.
No hay quien esté libre de la miseria
ni de la prosa de los días;
los lobos de los libros no muerden
porque la palabra lobo tiene gastados ya los colmillos.
¿Lees mis labios?
El litio viene de las estrellas
pero lo tenemos demasiado adentro
y la luz que proyectamos
suele ser de otro tiempo.
Es verdad: todo termina amarillo en la vereda.  
Doméstico el lenguaje, hemos de aguardar nuevas bestias.
¿Toda luz demora lo mismo en llegar?
Cuánto tarda en decaer lo que creció a tus espaldas
hasta que cae:
la débil rama donde crecen los pájaros
que se alimentan de tus ojos.
Un millón de sombras que aprenden a volar
hasta que pierden sus cuerpos
y adquieren volumen propio.
“Las sombras son más reales que los lobos”, dices
“porque cada una ha olvidado su nombre
y ninguna responde si le dices sombra”.  
Tartamudear es un comienzo.



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