Dos
horas para ti
I
Te
busco en la ciudad de piedra,
último seno todavía blando,
en la ciudad de piedra donde el cielo
se rompe en las paredes.
último seno todavía blando,
en la ciudad de piedra donde el cielo
se rompe en las paredes.
Los
árboles, labrados
en la plata del aire,
cuajan, entre cenizas de crepúsculo,
el temor esponjado de las aves.
en la plata del aire,
cuajan, entre cenizas de crepúsculo,
el temor esponjado de las aves.
Y el
río se dilata, sesgo y verde,
enfriado de brumas amarillas.
enfriado de brumas amarillas.
Niebla
en sangre de sol, la tarde rueda
-apenas- una hora.
-apenas- una hora.
II
Te
busco en la ciudad de piedra,
fugaz en los recodos de la tarde.
Vaga ondina del aire, tus cabellos
chorrean por el cielo de la calle.
fugaz en los recodos de la tarde.
Vaga ondina del aire, tus cabellos
chorrean por el cielo de la calle.
Y el
campo balancea
estrellas desiguales,
y en la evaporación de las esquilas
el cielo azul se colma de vocales.
estrellas desiguales,
y en la evaporación de las esquilas
el cielo azul se colma de vocales.
¿O si
te esconderás, amontonada
en la gruta de agua de mis sueños?
Tierna la noche, jadeando arrastra
-apenas - una hora.
en la gruta de agua de mis sueños?
Tierna la noche, jadeando arrastra
-apenas - una hora.
"Dos Horas para ti" (Constancia
poética, tomo X, pp.115-116)
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