Te
sedujo el canto de un pájaro
Tú me
esperabas frente a la galería,
con
aquella blusa azul casi transparente
y una
fina sensualidad en tu labio inferior
que
no necesita lápiz,
porque
las mujeres como tú
son
más que carne.
Yo,
al otro lado, en la estación,
viendo
partir autobuses,
con
la tristeza de un judío
que
ve partir el tren en una película nazi,
atravieso
la calle; y el agua y sus colores
se
desvanecen lentamente en la acera;
los
cristales de la galería revelan
las
trampas de la luz.
Eres
la mujer con la que soñé una noche,
sentada
en mi mesa,
bebiendo
de mi vaso,
bailando
un jazz de John Lee Hooker,
cabello
azabache, ojos de pantera.
¿Dónde
hubiéramos ido esa tarde
de
alucinados demonios
en la
que neones y automóviles
nos
ocultaban el cielo?
Aquel
día que no quisiste seguirme
porque
te sedujo el canto de un pájaro
y yo
tuve que devolverme ebrio
a mi
barrio de hojalata.
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