viernes, 17 de junio de 2016

FABIÁN RIVERA



  
(Alumbramiento)
a mi madre



No tengo para darte más que palabras
y mi cuerpo que se debe a tus caricias.
Lleno mis manos con palabras
pues son lo único que sé,
el clavo y la madera con que armo
los cimientos que han de cobijarte.

Lleno mi boca con palabras
como una leche tibia,
agua en que lavaste
mi pequeño rostro tantas veces:
tu aire, susurrante,
pedía que me irguiera como un hombre,
y mis manos
mi boca –la mirada–,
mis brazos,
mis piernas,
mis plantas
y mi voz,
a ti se deben.

Me tienes a tu lado
aún en la distancia,
conservas el abrazo promisorio,
la caricia primera que me cura,
las palabras,
el consuelo de mi carne dolorida.

Te deseo como el sol ama en silencio
a quienes beben de su luz,
y estás aquí,
te descubro siempre
como el más alto tesoro de mis días.


Del libro: En aras del silencio



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