jueves, 1 de septiembre de 2016

CARLOS APREA




El agua y el aceite



En las manchas del colchón
habita, oculto, el pasado.
Mientras vamos a la escuela,
las putas de la vuelta de casa,
madre e hija, salen a saludarnos
desde la tapera del fondo,
una pintura de Molina Campos,
ballenas voluptuosas, pintarrajeadas,
con toda la resaca de la madrugada.
En el recreo, los más grandes
dicen que la rubia tiene la uterina,
Martita, desde su pupitre
se ladea, levanta el guardapolvo
y pide que nos despidamos de ella
autografiándole los glúteos.
Doña Martina ve nuestros pecados
en el aceite vertido sobre el agua.
Las gotas se estiran sobre el plato.
–Estás ojeado, nene. Te lo están mirando

mucho las mujeres, Teresa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario