domingo, 20 de noviembre de 2016

MIRANDA GUERRERO VERDUGO




4.



Mamá duerme.
Sueños de pan y crisantemo escurren de sus pezones,
hasta que eructa con los ojos cerrados.
Despierta.

Se había soñado con la boca amarrada,
Dios le había anudado los labios:
—Te has guardado tantas cosas, mija,
que el hocico ya sólo te sirve de vanidad.



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