miércoles, 22 de febrero de 2017

CINDY JIMÉNEZ VERA




La mujer de Tommaso Landolfi



—Traduciré a Gógol, —le dijo a su mujer, Tegucigalpa.
Suena un portazo.
Landolfi lleva tres días encerrado en su estudio en Roma. Los vecinos alarmados al no ver salir de su casa al huraño escritor y, ante la ausencia del olor del pan que su mujer hornea en las tardes, advierten a la policía del suceso.
Dos carabinieri confirman, frente a las incrédulas luces de las cámaras de los
paparazzi, que Landolfi yace desinflado en el suelo justo detrás de su escritorio. Una tachuela incrustada en su glúteo izquierdo es prueba infalible del asesinato.
Tegucigalpa ha huido con todos sus materiales inflables.
Nunca superará el suicidio de su mejor obra.

De: Tegucigalpa


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