sábado, 13 de mayo de 2017

MIGUEL ÁNGEL FLORES




Saldo ardiente

a Marie-José y Octavio Paz



Tras qué colina se puso
El sol de la razón
Desastre en llamas
Quedé inmóvil
           y fui un árbol en el bosque
Que supo la verdad de cosas nunca antes vistas
Así escribió en el principio
Y fue su lucha epopeya
Por el verso exacto
Sin importar las incoherencias

Música cabalgando sobre la página

Y como a otros hombres
Se le concedió el privilegio
De conocer el infierno en vida
Círculos del infierno
Descenso tras descenso
Versos de belleza enceguecedora
Entre hojarasca de erudición e impertinencia

Y en el purgatorio de los años postreros
Aquel poeta dijo que sus referencias
De Venecia ya no coincidían con los Cantares
Fiera imagen
                      ojo de lince
                                          desgastado tacto

Huésped de la ciudad
Que tiene la certeza de su destrucción por condena
La rebelión de las aguas
Ni renovación ni surgimiento a la vida
Aguas del olvido
Tradición en piedra que la piedra perpetúa

No la certidumbre:
Las aguas borrarán cuanto queda
La única certidumbre: la incertidumbre

Piedras de Venecia: regreso del hijo pródigo
Y celebración de nupcias con el silencio

La Hélade sobre la estrella de David
Así fundó el error
Debió pagar con penitencia
De animal hidrofóbico

Tenía la luna como estampa

          The moon my pin up

La batalla infundía vida al movimiento
¿Quién habrá de restar y de sumar y escribir
El saldo con ardientes cifras?

¿Lo habrá transfigurado la muerte?

Intentó escribir el Paraíso
No os mováis
¿Aún tiene voz el viento?
Tierra abandonada por los dioses
          Que aquellos que amó extiendan su perdón.



De: Saldo ardiente

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