Guante
Duele.
Duele.
Rozo
tu mejilla como si marcara la línea
por
donde te fuera a cortar,
y de
inmediato cae una lágrima.
Entre
tu piel y yo
la
tela infinita de mi guante.
La
lluvia canta un eco blanco y catedral
reverberando
adiós.
Tanto
impúdico recato en el dolor.
Y yo
me doy vuelta
y
camino. Me voy de ti.
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