viernes, 7 de julio de 2017

VICENTE QUIRARTE




Retrato de la lluvia



En la zona más dura de la noche, cuando el insomne y el suicida sueñan, la lluvia. Desde sus primeros pasos anuncia la inminencia del diluvio. Sus primeras caricias, labios que en otra boca inician ese lento combate que habrá de concluir en el naufragio, dicen que su canción será larga como esa vía o aquel muro de piedra cuyo final no vemos al fondo de la calle. Súbitamente se cierra, ocupa el último espacio virgen de la atmósfera y se deja caer sobre árboles, plazas, azoteas, con una furia tal que pareciera combatir al calor de todos los veranos, o fuéramos a mirarla por última vez. Y cuando la mano toca el cuerpo elegido para que el amor tome forma en otra carne —que es ya la nuestra— sentimos, como la ciudad, lavarnos interminablemente, seguros de amanecer con rostro nuevo, dispuestos a combatir aunque sepamos que la derrota es el único premio de los héroes.


De: María Magdalena


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