Y vino el ángel
y tomó
mi cuerpo reblandecido
por las
aguas del Perath
Brutal
pesadilla la de caer
cuando
se es polvo puro
piedra
negra sobre letra blanca
que en
el fondo y en la oquedad
reverbera
en su ínfima urdimbre
¿En qué
triza o monte habré de afincar?
Mi piel
rehúsa
los
días de sudor y labranza
Aléjate
No me
consueles en mi llanto
Elévame
nuevamente más allá
que
Dios es justo y en su justeza
Él
tampoco querrá abatirse
Y
recogió un grano
y lo
postró a mis pies
Hueca
moneda de canje
un puño
de sal
a
cambio de mi buenaventura
y la
risa callada en la parra del Edén.
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