Islas
Yo no
me fui porque estos bordes
están
malditos,
porque
el agua de este mar está contaminada
de
soñolencia y ensoñación y porque el tiempo
es un
fenómeno de velocidad variable
en esta
parte del mundo que llamamos Caribe.
Yo soy
de las islas
y no
quiero con eso decir que me domina
el
insularismo pedregoso y fatalista
impreso
en las lajas de mis antepasados.
Si digo
soy de las islas me refiero
a la
naturaleza de archipiélago
de mi
propia personalidad.
Tengo
islas en los ojos y en la boca;
mis
senos son montículos insulares
en la
vastedad oceánica de mi cuerpo de agua.
Y en el
agua he descubierto
la
posibilidad fantástica
de un
verbo parecido a volar.
Pero si
no me fui no es
porque
me sepa aislada.
Ahora
sé que además de la poesía
tengo
vocación de isla
y mis
palabras son de agua salada.
Para
las isleñas el mundo nunca se acaba
en
dónde comienza el mar.
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