Saludos a la familia
Desde
el infierno, el cielo o desde casa
le
mando saludos al venado que cayó esta mañana.
Bendita
noticia con la que te despertaste, antes de las diez
pero
que odias, casi tanto como a mí.
¡Güicho!,
ahorita vengo, voy por tu mamá. ¡Sí!
¡Ahí te
encargo el teléfono!, contestas. ¡Sí!
Inés,
abre temprano el consultorio,
no la
dejes trabajar sin ganas, sabes que por todo se queja.
Saludos
a Van Gogh,
desde
la habitación donde contempla la noche estrellada;
dile
que no deje morir los girasoles,
dales
tres horas de sexo y permíteles dormir sobre tu brazo
es la
única forma de soñar temprano.
Qué
puedes decirme sobre Dante,
¿sigue
los pasos de Darío?
Cuando
me fui apenas contaba
pero
deletrea muy bien D – i – o – s.
Inés,
abre temprano el consultorio,
no la
abandones en su silla, sabes que la soledad le molesta.
Desde
tu olvido me pregunto:
¿Qué
Luis, padre o hijo?, ¿cuál Van Gogh?,
¿te vas
a quedar a dormir?, ¿Saraí llega mañana?
Esa
familia es un pueblo fantasma
en
medio de un vasto limbo;
pero no
son todos, sólo es Inés.
Ella me
examina todo el tiempo, piensa que estoy loca,
no sabe
que no importa.
Inés no
es más con nosotros.
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