domingo, 10 de septiembre de 2017

YAEL DOMÍNGUEZ HERNÁNDEZ



  
Saludos a la familia



Desde el infierno, el cielo o desde casa
le mando saludos al venado que cayó esta mañana.
Bendita noticia con la que te despertaste, antes de las diez
pero que odias, casi tanto como a mí.

¡Güicho!, ahorita vengo, voy por tu mamá. ¡Sí!
¡Ahí te encargo el teléfono!, contestas. ¡Sí!

Inés, abre temprano el consultorio,
no la dejes trabajar sin ganas, sabes que por todo se queja.

Saludos a Van Gogh,
desde la habitación donde contempla la noche estrellada;
dile que no deje morir los girasoles,
dales tres horas de sexo y permíteles dormir sobre tu brazo
es la única forma de soñar temprano.

Qué puedes decirme sobre Dante,
¿sigue los pasos de Darío?
Cuando me fui apenas contaba
pero deletrea muy bien D – i – o – s.

Inés, abre temprano el consultorio,
no la abandones en su silla, sabes que la soledad le molesta.

Desde tu olvido me pregunto:
¿Qué Luis, padre o hijo?, ¿cuál Van Gogh?,
¿te vas a quedar a dormir?, ¿Saraí llega mañana?

Esa familia es un pueblo fantasma
en medio de un vasto limbo;
pero no son todos, sólo es Inés.
Ella me examina todo el tiempo, piensa que estoy loca,
no sabe que no importa.

Inés no es más con nosotros.




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