Cavilación de año viejo
Hubo
veces entonces en que las jacarandas se poblaron bellas de un violeta
manso.
Fue la primavera en todo, pero primero fue en ellas,
y la
acentuación nos dio pauta para asumir el humor de haberse anclado el
invierno
detrás justo de todas las tardes anteriores a esa.
Luego fueron las buganvilias (antes, o quizá después de otras tantas,
pero
fueron ellas finalmente en mí por encendidas).
Mas no
fue la luz, ni el sol, ni el viento cálido augurado lo que nos abordó.
No eso
sino un aire sórdido montado en niebla, rumor de ayer,
lo que
nos vino desde el mar a las aceras, y hubo nubes bajas, y hubo melancolía,
y la
ciudad entera encontró en sus calles algo similar a lo que puede sentirse
cuando
se sienta a pensar a la orilla de un muelle.
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