Mirando la ciudad desde las entrañas de una ceiba
1
Afuera:
un
millón de luces rojas se alebrestan.
Aquí,
en el
vientre de esta Ceiba estilizada,
me
observo mirar la urbe iniciando
su
elevación arquitectónica
hacia
los astros.
Resplandor
de acero,
prominencia
del cristal y del granito:
¿quién
mantendrá la imagen viva
de lo
que ahora,
frente
al ventanal de la memoria,
observo?
Un
murmullo de pasos,
como
antigua cabalgata,
resuena
en los pasillos interiores
de este
gran árbol
levantado
a través de los siglos
de
alegrías y dolor.
(Porque
el dolor es el mismo
en cada
uno de nosotros.
Porque
el dolor es uno,
y nada
más.)
Será la
vida
concluyendo
su vuelta calendárica,
serán
los milenios suspirando
por una
pausa, un tiempo muerto:
pero la
vida continúa,
vibra
la ciudad
bajo el
manto incorruptible de la noche.
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