jueves, 12 de octubre de 2017

MANUEL TEJADA




Mirando la ciudad desde las entrañas de una ceiba



1


Afuera:
un millón de luces rojas se alebrestan.

Aquí,
en el vientre de esta Ceiba estilizada,
me observo mirar la urbe iniciando
su elevación arquitectónica
hacia los astros.

Resplandor de acero,
prominencia del cristal y del granito:
¿quién mantendrá la imagen viva
de lo que ahora,
frente al ventanal de la memoria,
observo?

Un murmullo de pasos,
como antigua cabalgata,
resuena en los pasillos interiores
de este gran árbol
levantado a través de los siglos
de alegrías y dolor.

(Porque el dolor es el mismo
en cada uno de nosotros.
Porque el dolor es uno,
y nada más.)

Será la vida
concluyendo su vuelta calendárica,
serán los milenios suspirando
por una pausa, un tiempo muerto:

pero la vida continúa,
vibra la ciudad
bajo el manto incorruptible de la noche.


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