Extraviarse
Nadie vuelve de vos a lo que fue, dice Gelman.
Nadie en esta sala se atreve a negarlo. Sin querer su voz dibuja tus pasos
bajando la escalera. La calle, doblando la esquina y nadie vuelve de vos a lo
que fue. Mis párpados dibujan tu sonrisa, lejana, verdadera. El frío nos hace
más sinceros, decías. Que tu habitación es mejor que la mía porque tiene vista
a la madrugada. Que cuando quisiera hallarte me sumergiera entre el desorden, y
que allí estarías, esperando. Entre las calles mías que ahora están repletas de
la voz de Gelman que dice que yo no vuelvo de vos a lo que fui. No hay
cartógrafo para nuestras voces, no hay respuesta para nuestras cartas.
Camino sobre tu silencio y llego al sillón, a la aventura de la incertidumbre.
Al instante en el que dudo si apagar el café o dejarlo consumir, para que al
menos la casa te recuerde conmigo cuando le platique lo que dice Gelman, pero
yo creo que nadie vuelve de vos.
Nadie pasa bajo la lluvia sin herirse.
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