sábado, 9 de diciembre de 2017

ADRIANA TAFOYA




De la tristeza del poeta al bajar la marea
en la mesa de lectura



Siempre hay malos poetas
(afortunadamente
nos vienen a leer —en verso sus incontinencias)
Algunos tienen notables premios, otros
—como yo— no los tenemos, pero
eso no evita que como las olas
cada cierto instante
regresemos a estrellarnos contra ustedes
para esculpirlos en escuchas
de la poesía
(por accidente)
al igual que los peñascos
son acariciados por los rumores del mar.
Innegable es también
que si no escribiéramos
nosotros, los poetas malos (espuma de los mares),
los grandes poetas no existirían
no podrían formarse porque necesitan
a toda costa
de nuestras olas pequeñas
No tendrían mar para crear sus tempestades
ni las burbujas de las perlas para explotar
contra todos (ustedes)
arrastrándolos agua adentro
en sus turbios aguajes
hasta inundarlo todo
hasta desaparecerlos
a ustedes y sus gritos
con el alarido de sus aguas
transformarlos en mar mismo, desvanecerlos
en el terrible               perverso silencio
de la paz de la tierra
y asimilarlos así, irremediablemente
convertidos en poesía.



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