Oda mayor
A mis amigos en el exilio
Patria
mía,
quién
pudiera volver a beberte
en la
copa de una mirada,
a
sentir tu paisaje
adentrándose
en el alma.
A mirar
tus hombres,
tus
niños,
tus
mujeres,
creando
de nuevo la esperanza,
entre
las ruinas del odio caminando,
extendiendo
otra vez
la mano
amiga y compañera.
Y,
entre
todas las manos,
la mano
del ausente,
la mano
del que se fue por el río,
de los
que cayeron esos días,
antes
del alba, en las sombras,
cercenados
de fuego,
de
tortura y espanto.
Quién
pudiera volver a verte
con
estos ojos de niebla
cuando
me atropella el llanto.
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