domingo, 3 de diciembre de 2017

LORENA VENTURA



  
Hondura del silencio



Ahora que veo venir mi existencia
–vieja desde siempre
bajo una multitud de agazapado hielo,
y que la dicha es un aturdimiento lento
en mis entrañas,
una sed que no ha servido para nada,
tengo la certeza de haber llegado
 a la hondura clara del silencio:

Orilla luminosa en que te nombro.

(En tus ojos la eternidad se disuelve
como una tableta de sol
cayendo al fondo del agua)

Ya casi no soy ese viento ligero en que
el infinito, desde la luna, me bebía.
Pero todavía muerdo esa pregunta.
            ¿Por qué los glaciales pasos de la muerte?

Era la vida:
donde tu niñez milenaria pedía brillo,
habló tu sombra.

(Hubo un tiempo
para cerrar las puertas
y luego
donde antes había todo
poner la forma
siempre tibia
del recuerdo)

Desde tu facultad de polvo
escúchame,
porque empiezo a creer que esta fiesta
algo tiene de tu abismo,
algo de furor y herida lenta,
de temblor remoto
nacido de la memoria de tu carne,
algo que va a quedarse para siempre.

Y es muy distinto de la tregua.


No hay comentarios:

Publicar un comentario