El propósito ciego
La
línea tiene un punto innombrable:
el de
su ley entera.
el de
su sueño por ser línea.
acaba y
comienza cuando existe,
más
allá de lo que piensa,
pues se
separa cada vez que actúa;
cada
vez que desvela su propio estar,
su
desarrollo,
lo que
ella sabe que debe ocupar más allá del vacío,
un
espacio como ser que la ocupa:
ese
tomarse sin cesar que es ir llenando de sí misma
lo que
ella misma denomina,
lo que
sin ser, no es ella,
la más
severa auscultación del caos limitado y sin nombre.
El caos
viudo,
no
navegable,
sino
eterno. Caído.
La
línea no es el cielo:
la
estrella ha de esperarla.
Mas ha
de esperarla en vano.
La
línea no es el cosmos:
solamente
su tortura.
De: “El propósito ciego”
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