Entre el imán del carril y mis pasos
Mi humanidad está en el
tránsito,
en el roce de mis pies
atados a la ingravidez
de esta ciudad trémula.
La velocidad es justa
para esbozar con la mirada,
ostentando con el alma
lo visto.
Detengo con mis dientes
los rieles,
hago de mis nervios una
frondosa raíz
y así descubro al mundo
desde sus instintos.
Con mi aliento exploro
la ventana,
tras el vidrio mi
reflejo
que al igual que un
joven pájaro
comprende en la caída su
despertar.
Al movimiento y su
trance me confiero
respiro dentro de mi
sangre.
En la boca del mundo
introduzco mis dedos
dibujo con ellos la
geometría del paisaje,
atrofiada llevo la
carne,
atrofiada la garganta de
pura melancolía.
Mi humanidad levita
entre el imán del carril y mis pasos.
Voy atada al fuego,
voy atada a lo paliativo
de la fiebre en que habito.
Ya mis músculos son
metal,
el andar es mi lengua
más antigua.
Futuros paleontólogos:
bajo los pies de esta
bestia
reposa todo el polen de
su época.
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