La flor de nuestro encuentro
Tuya y
mía, una sola palabra
en sus nubes de zozobra
ocurre sino condena.
Las piernas hasta el cuello,
las manos entrelazadas,
los ojos fijos en el techo,
la verde placidez, un gemido.
en sus nubes de zozobra
ocurre sino condena.
Las piernas hasta el cuello,
las manos entrelazadas,
los ojos fijos en el techo,
la verde placidez, un gemido.
Cuando
el susurro de tu mano
busca y encuentra mi oído,
bienaventurados los poros:
sobre mi cuerpo tu voz.
Y las olas, en manantiales de pena,
se descomponen lánguidas.
Son sueños que consume la mañana.
Y sin saber si mi olfato
es la flor colocada entre tus dedos,
te di mi vida, flor de nuestro encuentro.
busca y encuentra mi oído,
bienaventurados los poros:
sobre mi cuerpo tu voz.
Y las olas, en manantiales de pena,
se descomponen lánguidas.
Son sueños que consume la mañana.
Y sin saber si mi olfato
es la flor colocada entre tus dedos,
te di mi vida, flor de nuestro encuentro.
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