Por la ventana
Palpo
este mantel a cuadros
crudo
bordado blanco
por la
ventana de todos los días
aparece
un ser
muy
diferente al que extraño.
Había
un bosque opaco
había
una laguna de barro.
La niña
corrió hasta hundirse
donde
se perdió el caballo.
Descubrió
sus amuletos
en los
ojos de Atreyu [1].
Prodigio
de esta historia,
salió
al otro lado.
La otra
niña, no osada, rosada,
la
miraba desde su orilla
sin
perder el color.
Ennegrecido,
el cuerpo
supo de
su destino siniestro.
Trepó
al cerro, llegó a la cueva,
niña
consagrada al agujero.
Sólo
ahora la extraño.
Muero
por la niña
encerrada
en la caverna.
1: Para quienes no se acuerden, protagonista
de La Historia sin Fin, novela del alemán Michael Ende y película –de culto,
para muchos– de su compatriota Wolfgang Petersen.
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